Las tortugas recién adquiridas deben quedar totalmente separadas de cualquier otro reptil que ya se posea. Es importante respetar un periodo de cuarentena que, teniendo en cuenta el lento metabolismo de estos animales, debería durar al menos tres meses (mejor si son seis).
Poner un animal recién adquirido junto a otros puede comportar la propagación en toda la colonia de posibles problemas infecciosos o parasitarios, con consecuencias potencialmente catastróficas.
Conviene llevar enseguida al animal para que lo examine un veterinario con experiencia en el cuidado de reptiles. Se aconseja controlar las heces en busca de parásitos.
Si la ubicación definitiva va a ser un terrario, la nueva tortuga deberá ser situada inicialmente en una caja habilitada con simplicidad y con el fondo cubierto con simples hojas de papel; de este modo será más sencillo tener bajo control el comportamiento del animal, la cantidad de alimentos que come y el aspecto de las defecaciones.
Si, por el contrario, la morada definitiva del reptil va a estar al aire libre, junto a otros individuos, habrá que alojarlo inicialmente en un recinto separado, a una cierta distancia de los demás animales.
Durante el periodo de cuarentena se deberá observar con atención si la tortuga se comporta de forma normal, si se alimenta bien y cómo es la consistencia de las heces.
En caso de que aparecieran síntomas de enfermedad (anorexia, flujo nasal, comportamiento apático, etc.) habrá que consultar lo antes posible al veterinario.
Si, en cambio, no surge ningún problema, al término del periodo de cuarentena la tortuga podrá ser reubicada, esta vez en su morada definitiva, junto a los demás individuos.