Una alimentación correcta tiene una importancia fundamental para la salud de las tortugas. En esta tienda online vas a poder comprar las mejores comidas preparadas para tortugas terrestres. Elige la que más se adapte a las características de tu mascota y compra con total confianza.
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Algunas de las patologías más comunes que sufren los reptiles de compañía son debidas a una dieta incorrecta. Por ello, hay que ser muy cuidadoso a la hora de escoger la comida que vamos a dar a nuestra tortuga.
Las tortugas son particularmente sensibles a los desequilibrios alimentarios, sobre todo en lo que respecta al calcio y a las proteínas. Asimismo, los errores en la alimentación representan la principal causa de muerte de las tortugas jóvenes el primer año de vida. A continuación, te explicamos todo lo que tienes que saber sobre la alimentación de las tortugas terrestres. Si sabes cómo alimentar correctamente a tu mascota, podrás comprar la comida que mejor sea para ella.
¿Qué comen las tortugas terrestres?
Desde el punto de vista alimentario, las tortugas de tierra pueden dividirse en dos grandes grupos: herbívoras y omnívoras.
Al primer grupo, más numeroso, pertenecen animales que se nutren exclusivamente de alimentos vegetales como plantas, hierbas y fruta, mientras que en el segundo grupo se encuentran las tortugas que comen tanto vegetales como alimentos de origen animal (insectos, invertebrados y carroña), en proporciones variables dependiendo de la especie. Ninguna tortuga de tierra es exclusivamente carnívora.
La dieta ideal de las torturas de tierra debe ser lo más semejante posible a la que la tortuga adoptaría en la naturaleza y, por tanto, debe excluir alimentos «no naturales».
Permitir a los reptiles elegir su comida preferida y alimentarse en función de ello es un grave error. De hecho, muchas tortugas desarrollan rápidamente preferencias por alimentos completamente inadecuados o incompletos desde el punto de vista de la nutrición, preferencias que tienen graves consecuencias en términos de salud.
La alimentación de las tortugas terrestres herbívoras
La alimentación de las tortugas herbívoras debe basarse exclusivamente en alimentos de origen vegetal, especialmente ricos en fibra, vitaminas y calcio, y con pocas grasas y proteínas.
El mejor sistema para alimentarlas consiste en dejarlas pastar libremente para que se nutran de hierbas del campo, pero esto sólo es posible si se dispone de un terreno lo suficientemente amplio para mantenerlas así. En caso contrario, habrá que combinarlo con una dieta u ofrecerles una dieta completa.
En este último caso el alimento debe consistir en, como mínimo, un 90% de hierbas del campo o vegetales de hoja como diente de león, crucíferas (col, coles de Bruselas, berza), trébol, colza, lechuga, achicoria, perejil, hojas de zanahoria, cardos, hierbas silvestres y flores (rosa, geranio, mastuerzo o malvavisco).
La fruta y las hortalizas (melones, tomates, mango, piña, coliflor, manzanas, peras, pimientos rojos y verdes dulces, sandía, calabacines, etc.) pueden representar el 10% restante, o menos, de la dieta.
Las verduras deben ser lo más variadas posible, y cada día hay que utilizar diversos tipos de vegetales. De todos modos, por su elevado contenido en calcio, son preferibles el diente de león, los tréboles, la alfalfa, los higos y los higos chumbos (tanto el fruto como las hojas).
Los ingredientes deben cortarse a trocitos proporcionales a las dimensiones de la boca de la tortuga, tienen que mezclarse cuidadosamente y presentarse rociados con un integrador multimineral y vitamínico de calidad que contenga niveles adecuados de calcio y vitamina D3.
Muchos estudios demuestran que esta dieta proporciona niveles más que apropiados de proteínas, fibras y microelementos, tanto para los recién nacidos y las hembras preñadas como para especies grandes y de crecimiento rápido como Geochelone pardalis y G. sulcata.
En cambio, algunas especies, como G. Carbonaria, requieren un mayor contenido en fruta (consulta la sección de tortugas de tierra para ver las necesidades de cada especie).
Las tortugas terrestres jóvenes, si son alimentadas de forma excesiva, tanto en calidad como en cantidad, muestran un excepcional índice de crecimiento y en un año pueden ser de tres a cinco veces más grandes que las crecidas en estado natural. Un índice de crecimiento tan rápido no es beneficioso para el animal, ya que comporta graves problemas para el metabolismo y disminuye la supervivencia a largo plazo.
Uno de los problemas más evidentes de una alimentación incorrecta lo representan las deformaciones del espaldar, como la denominada piramidalización de las placas (más información en el artículo sobre la enfermedad ósea metabólica), causada por un exceso de proteínas alimentarias, una alimentación excesiva o un desequilibrio de la relación calcio-fósforo-vitamina D.
Los alimentos que hay que evitar a toda costa son todas las proteínas animales (carne, comida para perros o gatos, etc.), las alubias, los guisantes, los aguacates, las bananas, el pan, la pasta y los derivados de la leche (quesos).
La alimentación de las tortugas terrestres omnívoras
A las tortugas omnívoras se les debe dejar a su disposición una cuota de alimentos vegetales similar a la que se prepara para las tortugas herbívoras, ya que suele representar la parte más consistente de la dieta de estos reptiles.
Además, será necesario ofrecerles alimentos de origen animal, como comida para perros —de óptima calidad y de tipo magro—, trocitos de carne, lombrices, gusanos de la harina, caracoles, babosas y grillos.
El porcentaje de alimentos animales ingerido por las tortugas omnívoras en general es más bien bajo. En el caso de las Terrapene carolina adultas, por ejemplo, el porcentaje de estos alimentos no debe superar el 10% del total, mientras que en T. ornata es algo superior y consiste en mayor cantidad de insectos. En Geochelone carbonaria, G. denticulata y Kinixys sp., en cambio, estos alimentos deben ofrecerse sólo una vez por semana.
Componentes minerales vitamínicos para tortugas
Alimentar a tortugas en cautividad con una dieta similar a la natural resulta muy difícil; por ello, es aconsejable incluir un componente mineral vitamínico de buena marca.
No obstante, puede evitarse en animales que están al aire libre y que se alimentan pastando, con la condición de que tengan a su disposición un área adecuada en la que conseguir alimento de forma natural.
No existe ningún estudio que haya determinado la cantidad diaria de vitaminas, minerales y otros elementos necesarios para los diversos tipos de reptiles, y, por tanto, resulta imposible proporcionar las dosis precisas de estas sustancias.
La mayoría de los componentes contienen calcio y fósforo en una proporción de 2:1 como máximo, relación que no es adecuada para cubrir posibles carencias de calcio del alimento. En estos casos, por tanto, casi siempre es oportuno enriquecer posteriormente la dieta con calcio, utilizando, por ejemplo, un componente que contenga sólo carbonato de calcio, huesos de sepia o cáscaras de huevo reducidas a polvo (el hueso de sepia puede ser proporcionado entero o en trocitos; a muchas tortugas les encanta) o comprando en la farmacia el económico carbonato de calcio (¡cuidado con no confundirse y pedir bicarbonato de calcio!). En cambio, de nada sirve utilizar componentes de calcio que contengan también fósforo; resultan inútiles.
Por último, hay que recordar que el mejor modo, el más eficiente y menos arriesgado, de dar vitamina D3 es dejar que se forme de manera espontánea en el organismo de la tortuga mediante la exposición a la luz solar directa.
Para terminar este apartado, diremos que si bien es cierto que una determinada dosis de vitaminas y sales minerales es positiva, no es en absoluto cierto que cuanto más se dé más positiva es.
Hay muchas sustancias, como por ejemplo la vitamina A, la vitamina D3 y algunas sales minerales, que en cantidades excesivas son muy perjudiciales para la salud. Por esta razón siempre es indispensable seguir las instrucciones de los envases y utilizar el sentido común, para evitar una acumulación de agentes tóxicos.
Principales errores en la alimentación de las tortugas terrestres
Falta de fibra
La fibra es un elemento importante de la dieta, ya que estimula la movilidad intestinal regular y permite el desarrollo de una flora intestinal normal. Si los vegetales suministrados carecen de fibra, las heces serán excesivamente blandas o, incluso, se convertirán en diarrea.
La principal fuente de fibra, y la más natural, la constituyen las sencillas hierbas del campo, que las tortugas adoran.
Falta de calcio
El calcio probablemente sea el factor que más problemas causa en las tortugas en cautividad, sobre todo en individuos en fase de crecimiento. El principal problema en el suministro de este mineral consiste en proporcionar una cantidad suficiente y, en particular, en proporcionar un correcto equilibrio entre calcio y fósforo.
Estos dos elementos, de hecho, se influyen mutuamente, y para que el organismo pueda absorber de forma adecuada el calcio es necesario que haya una proporción correcta. Si la cantidad de fósforo es excesiva dará origen a una consecuente carencia de calcio.
En su ambiente natural las tortugas mediterráneas, por ejemplo, se alimentan de vegetales que contienen entre cuatro y seis partes de calcio por una de fósforo (relación calcio-fósforo de 4-6:1). Si esta proporción se invierte, es decir, si la cantidad de calcio es inferior a la de fósforo, dará lugar a graves problemas de crecimiento, ya que los huesos se volverán blandos y porosos y crecerán deformes.
La falta de calcio en la alimentación se agrava si hay también falta de vitamina D3 (por ausencia de radiaciones ultravioletas, naturales o artificiales) o exceso de proteínas y carbohidratos.
Exceso de fruta y de carbohidratos
Los carbohidratos (pan, pasta, arroz, bizcochos, etc.) son alimentos totalmente externos a la dieta natural de las tortugas, por lo que tienen que ser evitados por completo.
También la fruta rica en carbohidratos, debe ser administrada con cuidado en muchas especies (por ejemplo en Testudo sp. y en Geochelone pardalis). Todos estos alimentos pueden causar alteraciones digestivas.
Además, puesto que son alimentos muy energéticos, estimulan un rápido crecimiento, pero, debido a la falta de calcio, provocan un desarrollo incorrecto del caparazón.
En algunas especies, como, por ejemplo, G. carbonaria y G. denticulada, en cambio, un índice elevado de fruta en la dieta es algo adecuado.
Exceso de alimentos proteínicos de origen animal y vegetal
Es un concepto todavía muy divulgado, aunque completamente erróneo, el que afirma que una cantidad de alimentos de origen animal es beneficiosa para las tortugas herbívoras (sobre todo, Testudo sp.). Ni siquiera en su estado natural estos animales consumen alimentos de este tipo, si no es de forma muy esporádica.
Del mismo modo, un suministro excesivo de alimentos de origen animal a las tortugas omnívoras resulta muy perjudicial; por lo demás, muchas tortugas de tierra con régimen alimentario omnívoro requieren la administración de alimentos de origen animal una vez a la semana, o menos.
Lo que resulta particularmente dañino de estos alimentos es la presencia de niveles elevados de proteínas, que el organismo de los quelonios no está capacitado para asimilar. El exceso de proteínas causa principalmente dos tipos de daños:
- En los animales jóvenes estimula un crecimiento excesivamente rápido, a menudo acompañado de una falta de calcio; cuanto mayor es el contenido proteico de un alimento, menor suele ser su contenido en calcio (la proporción calcio-fósforo en la carne, por ejemplo, es apenas de un 1:40). Como consecuencia se observará una deformación del espaldar (las placas adquirirán forma de pirámide) y todo el caparazón presentará un aspecto aplastado y poca consistencia.
- El segundo tipo de problema lo sufren los riñones, que deben gestionar una cantidad excesiva de sustancias derivadas del metabolismo de las proteínas, y con el tiempo la tortuga podría morir de insuficiencia renal o de gota. En ocasiones los daños se manifiestan sólo tras años de alimentación incorrecta, pero son irreversiblemente fatales.
Además, muchos alimentos de origen animal son ricos en grasas (por ejemplo, la comida para perros o gatos) y provocan problemas de obesidad y daños en el hígado (esteatosis hepática).
Asimismo, un exceso de proteínas vegetales puede causar el mismo tipo de problemas. Por tanto, hay que procurar no suministrar guisantes, alubias ni tofu. La alfalfa y el trébol, en cambio, tienen un alto contenido en proteínas que, no obstante, son menos utilizables por el organismo y no crean ningún trastorno.
Vegetales para tomar con moderación
Algunos vegetales, que contienen sustancias como taninos o ácido oxálico, deberán ser proporcionados en cantidades moderadas. Así pues, hay que ir con cuidado con el ruibarbo, las crucíferas (col, coliflor, berza, brócoli), las berenjenas, las hojas de acelga, las alubias y los guisantes (es recomendable eliminar por completo estos dos últimos de la dieta de las tortugas estrictamente herbívoras, como las tortugas del género Testudo).
Las dietas comerciales para tortugas terrestres
Actualmente hay en el mercado diversas dietas preparadas para las tortugas. No obstante, faltan estudios específicos sobre la validez de dichas dietas, así como controles estrictos sobre su efectiva composición; así pues, resulta difícil emitir una opinión sobre estos productos. La única indicación que podemos ofrecer es la de leer con atención los ingredientes.
Para las especies herbívoras se prefieren alimentos con bajo contenido en grasas basados en vegetales deshidratados, y no en cereales ni en alimentos con proteínas animales; para las especies omnívoras se dará preferencia a dietas que contengan también alimentos de origen animal.
De cualquier modo, es importante no suministrar a tortugas herbívoras las dietas elaboradas para tortugas acuáticas o para omnívoras.
Sea como fuere, las dietas comerciales deberían representar únicamente una pequeña parte de la alimentación de la tortuga.
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