Para elegir la especie adecuada hay que tener en cuenta diversos factores.
El primer factor afecta a la posibilidad de aclimatación del animal en la zona en la que se vive. Las tortugas que proceden de climas tropicales requieren un ambiente cálido durante todo el año y no hibernan. Por ello no pueden ser mantenidas al aire libre en los meses de invierno, sino que tienen que ser resguardadas, al menos una parte del año, en un terrario adecuado.
La mayoría de las tortugas de tierra necesitan para vivir zonas espaciosas al aire libre; por ello, si no se dispone de un terreno adecuado, soleado al menos en parte, es preferible elegir algún otro tipo de reptil que se adapte mejor a la vida en el terrario: un galápago limitado a vivir en una terraza será siempre un animal sacrificado.
Otro elemento importante que hay que tener en cuenta es el tamaño, sobre todo cuando se adquieren ejemplares muy jóvenes. Una tortuga de espolones africana o una tortuga leopardo recién nacidas son animales preciosos que se adaptan muy bien a la cautividad pero, puesto que alcanzan dimensiones considerables, son inadecuadas hasta para un terrario espacioso.
Por otra parte, algunas especies resultan particularmente problemáticas de criar, por lo que requieren mucha experiencia. Por tanto, quien no haya tenido nunca ningún contacto con las tortugas no debe elegir especies difíciles como las de los géneros Kinixys, Pyxis o Geochelone.